Contra el patriarcado: 30 años haciendo Red

Declaración Asamblea Nacional 2020 de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, realizada en abril.

A casi dos meses de la llegada del COVID-19 a Chile, los movimientos sociales no olvidamos que su aparición se dio en medio de un álgido proceso de movilizaciones sociales contra el orden establecido, las instituciones y la élite dominante que, tan sólo cinco días después del primer caso del virus en el país, desbordó las calles con más de 2 millones de mujeres conmemorando el Día Internacional de la Mujer. Pasados seis meses del inicio de la revuelta callejera y popular, las feministas no olvidamos las mutilaciones, las torturas, las detenciones, la violencia sexual y los asesinatos.

Frente a la indolencia y los crímenes de Estado, la respuesta popular fue la organización. Así, vimos proliferar organizaciones territoriales, barriales y locales volcadas a la reflexión política y la acción conjunta. Desde la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres lo advertimos: si en el resto del mundo el virus llegó a correr la cortina del neoliberalismo para hacer visible su incompatibilidad con la vida, en Chile se encontró con un camino ya iniciado hacia nuevas formas de relación y existencia.

La crisis sanitaria ha vuelto a poner en evidencia las causas estructurales que desataron el estallido social de octubre: la precariedad laboral, el nulo acceso a una vivienda digna, la privatización de las aguas, el desmantelamiento del sistema de salud pública, el negocio con los fondos de pensiones, el racismo estructural que se manifiesta en todos los ámbitos de la vida, la impunidad frente a crímenes de lesa humanidad, la sobrecarga laboral que implica el teletrabajo – especialmente para las mujeres – y la explotación que supone hacernos cargo exclusivamente de las tareas de cuidados y reproducción de la vida, entre muchas otras. 

Este contexto le ha entregado al gobierno la posibilidad de restaurar el orden trizado por la revuelta y recuperar el control sobre las calles y los territorios a través de la militarización del país y al confinamiento domiciliario. Sin embargo, incluso en el aislamiento las comunidades organizadas han ido denunciando y visibilizando la arremetida de la élite política y económica.

En medio del estrés provocado por la situación sanitaria y el encierro, las mujeres hemos debido enfrentar la sobrecarga laboral y los efectos del teletrabajo, la rebaja de salarios o cesantía en algunos casos y los esfuerzos diarios para proveer la subsistencia y los cuidados a las familias. Además, como hemos denunciado organizaciones de mujeres y feministas, enfrentamos el recrudecimiento de la violencia patriarcal, racista y la negligencia institucional. En los diversos territorios hemos visto obstáculos para acceder a la salud sexual y reproductiva, específicamente a la anticoncepción; la falta de canales claros y efectivos a través de los cuales denunciar y las nulas medidas institucionales destinadas a prevenir y dar respuesta a la emergencia.

Frente a esta realidad, en las regiones, territorios, barrios y comunidades hemos visto también cómo las mujeres somos quienes asumimos el protagonismo, levantando diversas iniciativas solidarias, potenciando redes locales y poniendo al centro los cuidados. De Arica a Magallanes constatamos que frente a problemas estructurales nuestros principales desafíos son mantener y fortalecer las redes de articulación para dar respuesta colectiva a las urgencias que nos presenta la crisis.

El actual contexto nos ha demostrado que otra política emerge cuando la prioridad es la vida y, en este contexto, la recomposición futura del neoliberalismo y el patriarcado se ponen en cuestión. En definitiva, se vuelve más evidente que siempre que la necesidad del cambio de sistema es un imperativo.

Las colectivas y organizaciones feministas articuladas en la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres en las 16 regiones del país hemos asumido el desafío de fortalecer las organizaciones de mujeres y promover articulaciones entre ellas, recuperando saberes ancestrales y formas de resistencia históricas que nos han legado compañeras en otros contextos y otras crisis. Frente al control gubernamental de la información hemos desplegado múltiples formas de difusión de contenidos; frente a la escasez generamos estrategias de solidaridad; y frente a la violencia nos articulamos para levantar iniciativas de contención y apoyo. En el proceso ya iniciado de transformación y construcción de nuevas relaciones y formas de organizar la vida, entran en escena nuevas formas de gestión colectiva de necesidades que emergen de nuestra propia cotidianeidad.

Este 2020 conmemoramos 30 años de existencia de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres y, en medio de la crisis sanitaria y la revuelta popular, las feministas agrupadas en la articulación reafirmamos el trabajo en red como forma de resistencia y fortalecimiento de nuestra acción política.

¡JUNTAS NADIE NOS DETIENE!