“Cuando en salud mental (...) se mira desde un solo hilo, se reduce la complejidad y generalmente se asocia a una atribución individual. Eso finalmente es uno de los efectos que produce y reproduce la violencia”

En el segundo capítulo de esta temporada de Mujeres en Sintonía, conversamos con Gloria Silva, integrante del Núcleo Feminista de Terapeutas Ocupacionales, trabajadora en salud mental en la Corporación Tesi Huneeus y académica de la Usach, acerca de las razones por qué se encasilla a las mujeres como “locas” o “histéricas” y la patologización de la vida de las mujeres.

El pasado miércoles se llevó a cabo un nuevo capítulo de la séptima temporada de nuestro programa, en el cual discutimos junto a Gloria Silva, sobre la patologización y medicalización como consecuencia de la violencia estructural en la vida de las mujeres, además de su participación en algunas prácticas de acompañamiento y resistencia y en la creación conjunta de un artículo del libro “Violencia Estructural: Intersecciones (in)visibles” de la Red Chilena.

En el capítulo “Históricas, no histéricas: contra la patologización de la vida de las mujeres”, Gloria Silva y María Paz Martínez critican y problematizan cómo se aborda la salud mental de las mujeres desde el Estado y proponen incluir un enfoque feminista, decolonial e interseccional para comprender su complejidad y poder tratarla.

Respecto a cómo se relaciona el concepto de “loca” con el mandato patriarcal de ser mujer, la terapeuta ocupacional apuntó que existe una idea de ser instintivamente maternal, tener paciencia, cuidar de otras personas y seres vivos, que se encarna desde antes de nacer y que al momento de no cumplir con las expectativas, se patologiza, sin considerar algunos factores. 

“Muchas veces está la idea de ‘me siento sobrepasada porque tengo que hacer el trabajo doméstico, el trabajo de cuidado, que no son llamados trabajos, en mi trabajo remunerado también cuido a otras personas con poco financiamiento o con precarización de las condiciones laborales’ y en algún momento alguien va a decir: tienes depresión y se trata con medicamentos o con psicoterapia, en el mejor de los casos, y en teoría, después de un tiempo se me debería pasar esa sensación tan individual. Entonces, abordar una situación compleja de manera reducida es parte del problema, el no mirar que eso se da en el escenario patriarcal” señaló Gloria.

La importancia de incluir perspectivas decoloniales, feministas e interseccionales

Por esto, añadió que es necesario enriquecer la discusión y agregar, además, una perspectiva interseccional pues en las personas que han tenido experiencias con el sufrimiento psíquico, se complejiza aún más cuando se trata de mujeres, “locas”, pobres, que se identifiquen o tengan alguna expresión en el cuerpo que tenga relación a una etnicidad, entre otros, donde esos distintos ejes se deben tomar en cuenta.

“Cuando en salud mental se está solo mirando uno de esos ejes o hilos y no creen que tiene que ver con este entramado, sino que como si fueran capas, donde una capa es ser mujer, otra es la etiqueta del diagnóstico psiquiátrico, otra es la de pobreza y así, la gente dice inyectemos recursos económicos y sacamos una capa. Y no es así, porque como está entramado, por más que yo meta recursos y empiezo a tirar ese hilo, aparentemente para sacarlo, se comienzan a tensionar los demás. Cuando se mira desde un solo hilo se reduce la complejidad y generalmente se asocia a una atribución individual. Eso finalmente es uno de los efectos que produce y reproduce la violencia”, explicó.

De esta forma, comentó que una de las expresiones de las violencias cotidianas, que vienen de un problema estructural, es la medicalización y patologización. “Es decir, eso que tú tienes, tiene una explicación médica y soluciones médicas, y lo que tienes es una patología”, señaló.

Por otro lado, también mencionó la naturalización de prácticas opresivas como la esterilización no consentida de mujeres con diagnósticos psiquiátricos, donde son sustituidas, y no se apoya en la toma de decisiones respecto a sus cuerpos y ni sus derechos sexuales y reproductivos. En ese caso, la terapeuta hizo hincapié en la importancia de hacer valer la autonomía especialmente desde un enfoque feminista en todos los espacios.

Además, recalcó la necesidad de reflexionar y problematizar en los procesos de formación y autoformación sobre la idea decolonial de que “todas tenemos algo que decir, que las mujeres y disidencias tenemos agencia, no somos depositarias de la ayuda”.

Por último, respecto a las instancias de resistencia y acompañamiento, señaló que se produce un genuino aprendizaje en el que se develan estrategias para poder aplicarlas y destacó la relevancia de reconocer las posiciones de las mujeres y colectivizar las experiencias para darles visibilidad.

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