Por Yoselin Fernández

En el marco de una nueva conmemoración del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, conversamos con la académica feminista Luna Follegati sobre las principales estructuras que sostienen la violencia machista y las consecuencias en las vidas de las mujeres.

En Mujeres en Sintonía, el programa radial de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, nos acompañó la historiadora feminista Luna Follegati, quien analizó las condiciones de violencia contra mujeres desde una perspectiva estructural y en estrecha relación con el modelo económico y cultural.

“En distintas instituciones o espacios de organizaciones sociales y políticas existen condiciones estructurales que no imprimen una violencia física, pero sí simbólica y tiene una repercusión en las formas de distribución de recursos materiales, acceso al agua, beneficios en términos económicos, salariales, etc.”, comenzó explicando la académica.

A su juicio, partiendo desde esa premisa, es necesario “implementar una lectura que dialogue cómo el sistema económico imprime una significación específica en las mujeres y se asienta o enfatiza un aspecto de discriminación, de violencia explicita, al negar el acceso a las mujeres, obstaculizando que tenga condiciones de igualdad con los hombres”.

La historiadora explicó que las condiciones de exclusión y desigualdad de las mujeres en relación a los hombres se reproducen estructuralmente. “Distintas instituciones y lugares que tienen una significación importante en términos sociales, por ejemplo, medios de comunicación, espacios organización, el Estado en términos de instituciones o partidos políticos, tienden a estar también imbuidas dentro de lo que se considera culturalmente como las posiciones de prestigio y de valor, al estar en una sociedad machista y bajo un sistema patriarcal, las mismas instituciones tienden a reproducir eso”, señaló Luna.

Capitalismo y patriarcado

En términos simples, Luna explicó que el patriarcado se define en tanto, a partir de una diferencia en la composición biológica de los sexos, se construyen culturalmente diferencias asociadas a lo femenino y lo masculino, “se asigna un estatus, posición y situaciones de privilegio que conllevan ciertas jerarquías de poder entre hombres y mujeres”.

¿Cómo se relaciona esa construcción patriarcal de las sociedades con el sistema económico capitalista?

Lo primero que habría que señalar es que una forma de reconocer cómo se vincula el capitalismo y el patriarcado es reconocer nuestra propia experiencia. ¿Cuáles han sido las posibilidades que yo he tenido?, ¿cuáles han sido aquellos momentos en los que me he tenido que restringir de hacer cosas?, y en comparación con los hombres, ¿cuáles son las condiciones de igualdad efectiva que yo he tenido en el trabajo, en mi vida, en la crianza, en el cuidado, etc.

En el caso de las mujeres la condición de precarización habla de que nosotras, al estar históricamente asociadas a las tareas del trabajo doméstico no remunerado, hemos tenido que estar vinculadas al espacio de la casa, cuidar a familiares, hijos, dedicarnos a las tareas de alimentación, de limpieza de la casa, eso ha llevado a que se tengan que congeniar los espacios de trabajo remunerado con el de la crianza, entonces en términos de cómo se vincula, esa es la primera acción concreta.

Al momento en que nosotras hemos tenido que salir a trabajar para complementar sueldos, existe una minusvaloración, se considera menos importante, primero la condición de trabajadora de las mujeres y al ser considerada menos importante se nos paga menos, recibimos casi un 30% menos de sueldo que los hombres en relación a los mismo niveles de estudio y de labores. Ahí ya tienes un primer gesto, que por el hecho de ser mujer y estar asociada a la maternidad, a la reproducción social de la especie, significa que nuestra tarea de trabajo es secundaria. Aún cuando tenemos altos niveles de mujeres jefas de hogar y se tienen que hacer cargo de la familia.

Todo eso configura que por portar un cuerpo, por tener una biología, estamos inscritas en un sistema que, por una parte, nos obliga a trabajar y subsistir, en un contexto donde los derechos sociales no son básicos para todos y todas, donde tenemos que pagar por salud, tenemos que pagar por educación, y que además, por el hecho de ser mujer esa tarea es doble y más aún si es que eres madre. A nosotras nos cuesta el doble, no porque lo pensamos así teóricamente, porque así es nuestra vida diaria. A eso se le suma que cuando nos subimos al metro tenemos que estar en condición de alerta y defensa porque es posible que nos vulneren en términos de acoso sexual, por ejemplo. O en nuestra misma infancia, hemos estado en una condición donde por el hecho de ser mujeres somos posibles “víctimas” de una situación de acoso, abuso, etc. Esa es una situación adversa que reconoce que hoy en día la disputa patriarcal y los problemas capitalistas se viven en los cuerpos de las mujeres. Nuestros cuerpos están atravesados por esas contradicciones y son un ejemplo de que a mayor condición de precarización, si eres inmigrante, si eres pobre, es más posible que estés con estos cruces de violencia, discriminación, exclusión, que son permanentes.

¿Qué significa que las mujeres estemos en una condición precarizada?

La forma neoliberal del capitalismo es perversa en tanto le adscribe a los individuos la responsabilidad que, dentro de un proyecto socialista debiera estar vinculado al Estado, no solamente las mujeres debiéramos estar responsabilizándonos de la crianza, sino que debiera ser un trabajo social. Como también en el ámbito económico, al tener nosotras un trabajo informal implica que estamos absolutamente expuestas a no tener una salud digna, un sistema de pensiones que nos permita llegar tranquilas a la vejez, a no tener licencias médicas y una serie de otras situaciones que lo hacen es responsabilizar a los individuos de su bienestar. Lo que es realizable solamente en la medida en que tienen un recurso económico y una capacidad para producir económicamente e insertarse en los espacios de trabajo. Entonces, en el caso de las mujeres ese es el primer punto para hablar de una precarización, no es que antes no hayamos estado precarizadas, sino que hoy en día la precarización toma otros ribetes porque hace que las formas de trabajo y los espacios laborales sean cada vez más inestables, que tengamos que congeniar el trabajo con la crianza y el cuidado y eso lleva también a que tengamos que buscar nosotras por nuestra propia cuenta formas que nos permitan compatibilizar la crianza y el trabajo. Las generaciones anteriores también tenían un apoyo familiar, existía una red de cuidados basada en las abuelas, en las tías, etc. hoy en día eso se está perdiendo porque las generaciones al tener que trabajar cada vez hasta más edad, extienden la posibilidades de jubilación y, por lo tanto, las redes familiares que apoyaban a las mujeres dentro del tema de la crianza hoy en día ya no existen. Eso genera un problema aún mayor de responsabilizar aún más y tratar de suplir el rol que debiese tener el Estado como garante de derechos, en las cuales las mujeres por cuenta propia tienen que empezar a valerse por sí mismas. El feminismo lo que llama es a combatir esa situación también, no solo a decir que estamos en una condición de subordinación, injusticia, desigualdad, sino que eso debe cambiar en tanto que es necesario considerar una lucha y una organización para poder responder de forma conjunta a esta construcción estructural.  

¿Cuál es el rol del feminismo en este contexto?

Nosotras estamos viviendo vidas indignas, invivibles y que, desde el feminismo, al ser mujer, eso se vuelve aún más explícito. Por eso es importante poner en discusión el término feminismo. Porque acá no solo estamos hablando de cuestiones que son necesarias, inclusión, paridad, respeto, fin al acoso sexual y solo decir que somos iguales, acá lo que estamos viendo es que además eso está aparejado a otras condiciones. No basta con un feminismo  que solamente quiera tener los espacios de acceso a las mujeres en igualdad que los hombres, sino que también en estas condiciones cotidianas culturales, de la familia, de la casa, del trabajo, exista una verdadera igualdad que no puede ser sino con una transformación estructural de carácter mayor y eso tiene que ver con una reformulación del sistema neoliberal, con una transformación del carácter capitalista. El capitalismo siempre va a reconocer grupos y cuerpos específicos que van a cumplir las tareas que nadie quiere que hagan, esas tareas que han sido asignadas a las mujeres históricamente, porque saca garantías, saca provecho de que las mujeres trabajen gratis cuidando, haciendo el aseo, cocinando, etc., eso ayuda al sistema capitalista a que se siga reproduciendo.

Hoy en día la importancia de poder enfatizar más y radicalizar en términos específicos de qué hablamos por feminismo, tiene que ver con eso, con una lectura que pueda entroncar el feminismo con otros problemas y que no se vulgarice el concepto con solo aparecer mujeres, porque bajo esa superficialidad subsisten una serie de otras desigualdades que son quizá aún mayores y que están articuladas con otro tipo de problemas.

Yo creo que lo más difícil de asumir para aquellas personas que no son feministas, o que están entrando en el tema, es básicamente señalar que aquello con lo cual nos han educado, con lo que nuestra familia nos ha dicho lo que tenemos que hacer, o con lo que nosotros consideramos correcto o pertinente para las mujeres, no es una cuestión natural sino que es una construcción. Y cuando una entiende que es una construcción y que se basa en relaciones sociales, que no necesariamente tiene que ser de esa manera y que esta manera genera desigualdades, violencia, discriminación, etc. Es como darle nombre a que el sistema patriarcal se ha ido construyendo y cómo se construye se puede de construir, es como decir, nosotras vivimos una vida que se puede transformar y el feminismo lo que busca es esa transformación, entonces no es una transformación porque sea un lema, una teoría, sino porque queremos que nuestras vidas, nuestra cotidianidad, nuestra experiencia concreta cambie. ¿Qué más concreto que exigir una vida mejor para nuestras hijas, para nuestras mamás, nuestras hermanas? 

¿Cuál es tu lectura del contexto mundial de avance de los fascismos y el rol que debemos jugar las mujeres en eso?

Lo que vive Latinoamérica hoy día corresponde a un ascenso de una perspectiva nueva-vieja. En el sentido de que el fascismo, en términos de reconfiguración de lo que había sido en el contexto del siglo XX, pero lo que hace también es darle un nuevo giro al carácter neoliberal o a las formas de acumulación capitalista. En ese sentido hay una articulación compleja entre una reafirmación del nacionalismo, de lo propio, de los valores históricos, donde se incluyen los roles históricos de las mujeres (maternidad, cuidado) y una reafirmación en contra o en resistencia a aquellos aspectos en los que se ha ido avanzando en el último tiempo, vinculado a ampliación de derechos de la diversidad y disidencia sexual, de las mujeres, la incorporación de una perspectiva de derechos en distintos ámbitos, el respeto por el otro en general son aspectos que parecen hoy en día estar en tela de juicio bajo una falsa impronta de apertura a decir lo que uno estime conveniente. Entonces uno tiene líderes como Bolsonaro o el mismo Trump, que lo que hacen es decir lo que hace un tiempo era indecible en términos públicos. Nosotras tenemos que responder de forma articulada y conjunta a ese tipo de violencia que lo que hace es directamente llamar a un exterminio y una resistencia frente a lo que ellos consideran que es distinto o diferente. El fascismo no solamente se articula como una forma de resignificación o venir a rescatar las crisis a las que habían entrado las sociales democracias en los 2000, sino que trata de salvarlo a través de una impronta absolutamente violenta y excluyente, más aún para las mujeres.

Resignificar la cuestión de la misoginia, salvaguardar aspectos machistas y asociar a culturas o etnias un carácter degradante, que vendrían a hacer algo menor, considerar a las personas en niveles y escalas según sus características sexuales, raciales o étnicas es algo que nosotras no podemos permitir, en tanto feministas, en tanto personas con un pensamiento político. Ahí la cuestión es llamar a articularnos, tenemos que hacer una resistencia conjunta, ojalá internacional y de forma efectiva al avance que están teniendo los fascismos a nivel latinoamericano porque lo que puede ser es que justamente llamen a nuevas formas de violencia a las cuales nosotros no podemos caer como continente nuevamente.

 

 

Escucha el programa completo y la entrevista a continuación: