Por Colectiva Feminista Patiperras IV región 

Este 30 de julio queremos levantar el acompañamiento socorrista como una lucha política constante, cotidiana e histórica. Vivenciar que el acto de abortar que realizamos miles de mujeres en Abya Yala y el mundo nos transforma en un tejido de resistencia, donde hemos tenido que superar todas las vicisitudes del control natal, de la penalización social y legal. Un tejido que también sobrevive a las pandemias mundiales, a los controles sociales, a la precarización de la vida, pues decimos que las mujeres vivimos desde hace siglos en una constante crisis santiaria.

Es imposible no interpelar el desplazamiento y olvido de nuestros derechos sexuales y reproductivos, en una salud pública que históricamente ha dejado heridas sobre los cuerpos de las mujeres por la violencia obstétrica que habita en estos espacios, manifestándose como una de las tantas violencias que nos atraviesan a la largo de la vida. Y cómo no advertir que en este contexto de pandemia mundial, la posibilidad de desarrollar nuestros acompañamientos aborteros y el acceso al mismo se vuelve más precarizado y complejo aún. Sumando además, el temor a la inescrupulosa práctica de estafar a nuestras hermanas en el mercado ilegal.

Hoy nos vamos impulsando -las unas a las otras-, curtiéndonos en el coraje de la liberación de los cuerpos, dando batalla a la despenalización social que se desarma en cada acción organizada por las  mujeres que luchamos.

Creemos en el libre acceso y tránsito de la información sobre derechos sexuales y reproductivos, construyendo espacios íntimos, cercanos y autónomos, donde realizamos   talleres informativos para todas las mujeres y corporalidades gestantes. Con las amigas y en la casa, somos una red lesbofeminista de acompañamiento en situación de aborto, donde nos acuerpamos de norte a sur, en 15 localidades de este Chile negado.

El apoyo mutuo nos acompaña y nos contenemos con amor y fortaleza. Nos vamos aprendiendo en cada acción y saber.  Teniendo la certeza que luchar por el aborto y la realización del mismo es una acción directa de desacato. La que debe ir acompañada del cuestionamiento de la educación sexual tradicional apuntando a que, a su vez, posibilite y construya espacios reales para sentir y  decidir;  y que realmente nos represente a todas y todes quienes somos marginados por el sistema heteropatriarcal.

Es necesario visibilizar que en esta liberación –libre acción- se respetan las decisiones de cada mujer y  corporalidad gestante. Nos comprendemos en nuestras diversidades y vamos tejiendo juntas una historia de lucha, diversa y dinámica.

Desde allí, nos vamos relatando, en  esta historia marcada por los embarazos no deseados, las violaciones en los silencios familiares, la precariedad de la maternidad, las soledades de la reproducción de la vida, la falta de información en educación sexual, afectiva y de goce, las posiciones tan acotadas de esa salud occidental que muchas veces decide no acompañarnos.

Nos llenamos de rabia  por los embarazos forzados de niñas y adolescentes obligadas a parirdonde se escucharon los aplausos de la vergonzosa derecha conservadora de este hipócrita país. No dejamos de recordar los “abortos espontáneos” que oculta la violencia política sexual del Chile torturador que jamás vamos a olvidar. Nos duele la memoria por las hermanas indígenas que parieron engrilladas, debido a las huellas colonizadoras de estas tierras, y las que aún son  abusadas y oprimidas.

Al narrarnos suenan fuerte todas las cadenas patriarcales que se nos han impuesto desde  tiempos inmemoriales. La historia hecha de  violencias, donde las cuerpas de las mujeres han sido violadas y despojadas desde hace más de 500 años. Además, no podemos hablar de aborto despenalizado, seguro y feminista,  sin nombrar a todas nuestras ancestras, que al humo de las yerbas controlaron natalidades, a pesar de la maternidad sin derechos, ni descansos y cuyas memorias de rebeldías para combatir habitaran siempre en nosotras. Desde estos tiempos la cuerpa insolente lucha, como nuestro primer territorio, esa batalla silente de las que sobrevivieron a los métodos que no se encuentran en convenciones aprobadas, aquellas que se abrazaron a las yerbas abortivas y a los secretos de la útera.

Incansables en la lucha, nos hemos levantado una y otra vez, históricas y anónimas.   Las mujeres organizadas empiezan a nacer así, con fuerza en conversaciones y reflexiones sobre el derecho a decidir. En 1935 se forma el Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile, valientes que se atrevieron a hablar de aborto en primera persona.

Mientras las mujeres abortaban y abortamos en la clandestinidad, se fueron creando  códigos sanitarios, promulgando políticas públicas para la salud sexual de las mujeres, estos acuerdos tripartitos y  patriarcales de los poderosos: Estado, iglesia y empresariado fueron creando esta historia de pseudo derechos negados. Mientras ellos deciden, nosotras seguimos hoy, abortando acompañadas, pues sino moríamos en  la soledad y la desinformación de los intentos fallidos. Y  seguimos  buscando y creando formas sobre cómo erradicar el poder patriarcal.  Derrumbando cada  cadena, vamos juntas en este continúo de lucha.

Hoy nos acompaña la convicción  del cambio de paradigma y la reflexión de nuevas lógicas no jerarquizadas ni basadas en los sistemas de opresión. Estos espacios tan presentes, pero aun tan anónimos, nos permiten acompañar al 97 % de mujeres que se encuentran fuera de la legalidad con reflexión, saberes, creatividad, amor y  organización. Indicar que el aborto en tres causales es la muestra del lugar que ocupamos las mujeres en este país Chile-patriarcal, misógino, machista, racista y colonial que nos relega a las posibilidades de su legislación de ese mínimo 3%.

Desde este amor socorrista queremos siempre preguntarnos ¿cómo abortamos? Desde los años 90 es de libre conocimiento que la interrupción con medicamentos es segura y puede ser accesible a todas ¿Qué hacen los gobiernos patriarcales? aplican la penalización a las mujeres, entonces insistimos ¿Quiénes son castigadas? ¿Quiénes mueren ante un aborto no seguro? 

Nuestras hermanas argentinas en el 2000 levantaron la consigna “las ricas abortan, las pobres mueren”, evidenciando que la clase nos vuelve a develar la desigualdad de los cuerpos. Nos queremos todas libres para acceder a un aborto seguro y, desde las prácticas de hace más de tres décadas, sabemos el valor de acompañarnos, ¡no más soledades en los abortos, ni en las maternidades! 

Hoy es la Octava marcha nacional por el aborto libre y se vuelve histórica, a pesar del estado de cuarentena y pandemia mundial, se realiza el cambio de fecha que nos permite   sumarnos, y conmemorar el  25 de julio, como Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y Diáspora, a quienes les debemos gratitud, pues nos permiten descolonizarnos a partir de sus reflexiones.

Desde la organización de mujeres socorristas, acompañantes en interrupción del embarazo, nos abrazamos a nuestra memoria, y también a los acuerdos autónomos, que se realizan desde la reflexión feminista. 

Nos pensamos en un aborto libre, despenalizado y feminista, acompañado y  antirracista, y les recordamos que siempre, en cada una, puede existir una socorrista que abrace este camino histórico de lucha.