La lucha de la asamblea de mujeres de la bandera por la vivienda y una vida digna. Capítulo 10 Mujeres en Sintonía, entrevista.

Históricamente ha habido movimientos y organizaciones que luchado por la vivienda y la ciudad. En el caso del Movimiento Solidario Vida Digna, quienes lo integran van también más allá: la lucha no es solo por la casa, sino por una comunidad y entorno cargado de dignidad y buen vivir. Esto también implica una comunidad libre de violencia contra las mujeres.

En Mujeres en Sintonía conversamos con dos compañeras de la Asamblea de Mujeres de La Bandera, que a la vez son parte del Movimiento Solidario Vida Digna: Daniela Rojas, pobladora, educadora popular y socióloga; y Karina Stormezan, también pobladora, trabajadora social y magíster en Estudios de Género.

El origen de la Asamblea de Mujeres se da cuando comienzan a trabajar en el contexto territorial de La Bandera, en que mujeres se organizan en torno al comité de vivienda, además de trabajar fuera de la casa y hacerse cargo de la crianza. “Hay una lucha previa a la lucha de la vivienda, que se nos empieza a hacer súper potente, que es la lucha por que las mujeres puedan participar de estos espacios, donde los maridos a muchas vecinas les dicen ‘pa qué vay a ir?’, haciendo que no participen, limitando el empoderamiento”, contextualiza Karina.

Es así como dicho espacio comienza a ser parte del trabajo en los comités, no como algo separado, sino parte también de la lucha por la vivienda. Daniela Rojas agrega que hay una “necesidad de las mujeres de empezar a construir, de pensarse en el espacio público y a ganar espacios dentro de eso. Para nosotras era importante tener un espacio con las vecinas en el que se pudiera generar la seguridad y la confianza para hablar de temáticas que eran complejas, que no habían sido abordadas antes dentro de los comités ni dentro de los territorios”, dice Daniela.

Enfrentar la violencia comunitariamente

Desde que se reunieron en la Asamblea de Mujeres de La Bandera, uno de los temas que han trabajado son las situaciones de violencia contra mujeres que se dan al interior del movimiento y contra las vecinas de los comités. Esto las mantiene en una constante tarea de generar herramientas comunitarias para enfrentar este problema y trabajar en su erradicación.

“Pese a que las viviendas aún no estén construidas, ya estamos formando un grupo que es una comunidad, y queremos que ésta sea una comunidad libre de violencia contra las mujeres. Eso como punto de entrada, como principio establecido en los comités”, enfatiza Karina.

Parte de este trabajo ha sido de sensibilización, lo que les ha permitido poner el tema sobre la mesa en instancias de reunión cotidianas de la organización, esto a través de intervenciones con dinámicas del teatro de la persona oprimida y de representación de situaciones cotidianas que luego han permitido abrir el diálogo y el cuestionamiento.

Así es como “empieza a visibilizarse violencia que estaba naturalizada en las mismas vecinas, entonces de ahí se han generado espacios de contención y apañe en casos más puntuales frente a la violencia”, comenta Karina.

“Se viene toda una devuelta de un montón de situaciones (de violencia) que empiezan a destaparse y abrirse”, agrega Daniela, frente a los cuales tuvieron que armarse de herramientas para enfrentarlos. Para esto, ha sido clave y un constante desafío la construcción de redes desde su espacio organizativo.

“El trabajo que levantamos siempre lo hemos hecho con redes feministas y de mujeres; sin todas esas compañeras que están alrededor de nosotras generando distintos trabajos y apañándonos, no podríamos hacer todo lo que hemos hecho en estos cuatro años”, comenta Daniela Rojas.

La despatriarcalización en lo cotidiano

Daniela destaca que es clave el ejercicio de la prefiguración, es decir, la proyección en la actualidad de la comunidad que se quiere ser en el mañana. “Es la comunidad que se perspectiva pero que tiene que empezar a formarse en el ahora, y eso implica transformar nuestras propias relaciones, auto-revisarnos y desnaturalizar; desde ahí nosotras trabajamos harto el sentir y la experiencia cotidiana”, comenta.

Esto, agrega la activista, “rompe con la lógica masculina que se venía dando dentro de los comités de la lucha por la vivienda; es un aporte que se hace desde el feminismo, que es politizar los afectos y lo cotidiano”.

En esta línea, por ejemplo, han problematizado y abordado comunitariamente la crianza. Ante la dificultad de las mujeres que tienen hijas, hijos o hijes para asistir a las reuniones y asambleas, ellas decidieron hacerles parte de los espacios organizativos, para que no dejen de participar.

“Trabajamos en visibilizar la violencia, no solo física sino también psicológica o simbólica, dentro de la misma agrupación y entre quienes participamos. No es solo algo que le pasa a la vecina víctima de violencia, sino con los compañeros, entre nosotras mismas, como ejercicio de despatriarcalización. Sin duda eso es un trabajo más a largo plazo y también estamos en pos de revisarnos a nosotras y nosotros mismos en las prácticas”, complementa Karina.

Contacto y apoyo

Puedes seguir y conocer más en profundidad el trabajo que hace el Movimiento Solidario Vida Digna en su Instagram @ms.vida.digna, y ponerte en contacto con la Asamblea de Mujeres de La Bandera a través del correo mujereslabandera@gmail.com.

Además, Daniela y Karina comentan que están creando una red de terapeutas y psicólogas para generar acompañamiento a las vecinas. Si a ti o tu organización les interesa apoyar de alguna manera, ¡escríbeles en sus redes sociales!

Escucha el capítulo completo

Escucha la entrevista completa a Daniela y Karina en el capítulo “Habitar la ciudad y luchar por la vivienda digna” de Mujeres en Sintonía, disponible en Spotify, Ivoox y en Facebook.

También estuvimos con la Colectiva Callejeras conversando sobre mujeres y ciudad.

https://open.spotify.com/episode/5QGRMp0WmcuG9Cb8JhugOZ?si=-xg2HZuMRvW7dCFW3b8kcA