En Chile, históricamente las mujeres nos hemos organizado en contra de las opresiones que vivimos: desde las obreras del salitre en el siglo XX, pasando por la lucha de las sufragistas por el derecho a voto, alzadas en contra de la dictadura civil-militar y, en las últimas décadas, por nuestra decisión intransable de vivir vidas libres de violencia.
Hemos nombrado, denunciado y repudiado las diversas manifestaciones de violencia que se expresan como un continuo en nuestras vidas. Asimismo, identificamos las distintas instituciones patriarcales en que estas expresiones se producen y reproducen: en la familia, en escuelas e iglesias, en las policías, los tribunales de justicia, y organismos públicos en general.
En la actualidad, estos son espacios donde la violencia hacia mujeres y niñas se cuestiona, pero en la práctica aún se perpetúan sus lógicas.
A pesar de que el Estado de Chile, adscribe hace casi 30 años a tratados internacionales sobre prevención, sanción y erradicación de violencia hacia mujeres, como es el caso de la Convención Belém do Pará, sus instituciones son deficientes en la materia. Inclusive, son cómplices pasivos y, en algunos casos, agentes activos para su ejercicio.
Es violencia institucional que el Estado no garantice educación sexual integral y no sexista. Es violencia institucional que funcionarios/as y operadores de justicia realicen su trabajo con sesgos de género. Es violencia institucional que las medidas de protección no sean efectivas para las mujeres que están en peligro.
Aunque la acción permanente del movimiento feminista ha posibilitado que más mujeres adquiramos conciencia de la violencia que vivimos en el cotidiano, esto no se ha traducido en una disminución de las agresiones, discriminación u otras formas más naturalizadas de violencia machista.
Más aún, las mujeres desconfían de las instituciones que deberían protegerlas, porque en sus funcionarios y funcionarias persisten prácticas revictimizantes, malos tratos e inefectividad de las medidas de protección.
Sigue instalada la percepción de que “denunciar no sirve de nada” o sentimientos de vergüenza al tener que dirigirse a las autoridades correspondientes. De forma contraproducente, la denuncia ha sido la política más promovida por parte de los distintos gobiernos desde el fin de la dictadura, a pesar de su evidente inefectividad.
En consecuencia, la autodefensa ha sido fundamental para nosotras las mujeres: la organización y la formación de redes feministas siendo la más importante de ellas. En algunos casos, esta autodefensa lamentablemente se traduce en reacciones violentas, y ante ello nuestra solidaridad es con mujeres y niñas que han debido matar a sus agresores.
Hoy, esta solidaridad es especialmente con Katty Hurtado, quien está privada de libertad hace cinco años por defenderse de una agresión sexual y femicida, sin que se considerara en el juicio la violencia sistemática que su pareja ejercía contra de ella.
Ninguna mujer debería llegar a esta situación, pero mientras las instituciones no cumplan con su trabajo, las feministas seguiremos acompañando a todas las mujeres agredidas en contextos de violencia machista: cuando arrancan o denuncian, cuando no pueden actuar y cuando deciden defenderse.
Hoy, indultar a Katty Hurtado no es sólo una demanda por su libertad, si no que un acto de reparación para todas las mujeres y niñas en el país. Instamos al Presidente a usar sus facultades y marcar un precedente en justicia hacia nosotras.
Nuestra solidaridad también se extiende más allá de estas fronteras. Vemos en el genocidio contra el pueblo palestino la más extrema de las expresiones de la violencia institucional. Todo ello bajo la complicidad de los Estados Occidentales.
Las feministas estamos con Palestina, nos sumamos al boicot a Israel impulsado por las organizaciones que accionan por la libertad de Palestina y exigimos que el gobierno de Chile corte relaciones económicas y diplomáticas con el Estado colonial de Israel.
Por todo ello, este 8 de Marzo, en conmemoración del Día Internacional de las Mujeres, nos convocamos en los distintos territorios del país, a manifestarnos en las calles, a ocupar los espacios públicos, a resistir colectivamente, juntas, organizadas y en rebeldía por vidas libres de violencia.
¡Súmate, organízate y difunde!
Contra el machismo y su violencia, ¡autodefensa!
JUNTAS, NADIE NOS DETIENE
Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres