Estos son los principales errores que cometen las y los periodistas chilenos al escribir sobre femicidio

Falta de empatía hacia la víctima, morbo, sensacionalismo y falta de contexto fueron los principales problemas descubiertos. Las periodistas afirman que los mismos errores de tratamiento informativo que detectaron en los femicidios de marzo del 2016, se están repitiendo en el caso de Nabila Rifo


Las investigadoras y periodistas chilenas, Karen Vergara y Cecilia Ananías, analizaron el tratamiento informativo que los medios digitales les dan al femicidio. En marzo del 2016, una serie de femicidios empañaron la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Ocho chilenas fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas, algunas de ellas el mismo día o sólo con un par de días de diferencia. Algunos de estos casos fueron ampliamente cubiertos por los medios, especialmente el de Juliana Acevedo, una joven colombiana residente en Chile que fue asfixiada y descuartizada por su pareja; pero en vez de generar conciencia, el continuo de violencia hacia las mujeres se agravó. Ante esto, dos investigadoras chilenas se preguntaron, ¿existirá una relación entre el tratamiento que los medios de comunicación le dan al femicidio y estos asesinatos?

Karen, quien es periodista y columnista en el diario El Desconcierto, señala que la motivación de realizar esta investigación fue el nulo material que encontraron sobre el tema en Chile a nivel universitario, donde el tema de la cobertura de casos relacionados a violencia hacia las mujeres no eran abordados correctamente. “Nos encontramos con trabajos de tesis muy importantes como el de Claudia Lagos, pero que lamentablemente no se traducían en talleres o una formación a los estudiantes que luego pasarían por las salas de redacción. Teníamos esta inquietud con Cecilia y si bien lo propusimos en nuestros años de pregrado, el tema de género en la escuela de Periodismo de la Universidad de Concepción no era bien mirado. En ese entonces se incitaba mucho el reporteo, la redacción de crónica roja, pero había poca reflexión detrás, por eso decidimos seguir estudiando, Cecilia en la UFRO donde hace un magíster en Ciencias de la Comunicación y yo acá en la Chile estudiando un magíster en Estudios de Género y Cultura, mención Humanidades, ya que la idea era poder dedicarnos a la investigación de temas que han sido poco discutidos dentro de las comunicaciones y donde queremos contribuir para que la prensa sea cada vez más consciente de su gran labor e incidencia sobre todo en temas sociales como lo es la violencia de género”.

El resultado fue el artículo “Tratamiento informativo del feminicidio en los medios de comunicación digitales chilenos en marzo de 2016”, el cual revela los principales errores que cometen los periodistas al escribir sobre el asesinato de mujeres, a pesar de todos los manuales de Género y Ética existentes y que advierten los peligros de un mal manejo informativo.

Las periodistas explican que el primer problema que detectaron fueron las diferencias de cobertura: diarios como Las Últimas Noticias y La Tercera sólo recogían casos extremadamente violentos, ocurridos a mujeres jóvenes y dentro de la Región Metropolitana, como ocurrió con Juliana Acevedo y en cambio, preferían ignorar asesinatos de mujeres rurales o de mayor edad, ya que estos casos no les reportarían visitas.

“Hubo medios digitales que escribieron durante todo el mes sobre Juliana, se colgaban mucho de sus imágenes de Facebook y del hecho que era joven y que la consideraban bonita; pero el mismo día que su cuerpo fue descubierto, mataron a Nancy Arenas, una mujer de 60 años que vivía en Rinconada de Los Andes. Y de ella apenas apareció un comunicado corto en BioBioChile. Con eso, estás diciéndole a tus lectores que hay asesinatos de mujeres que importan y venden… y asesinatos que no. Es como decir que hay vidas que importan más, por su carga comercial”, explica Ananías, quien además administra el blog Explicando la Violencia.

Karen Vergara señala que además hay otra violencia simbólica implícita en estas coberturas, cuando se trata de mujeres de estratos socioeconómicos bajos o que han enfrentado la justicia por otro hecho. “Se suele caer en el encasillamiento y el juicio público en tanto su calidad de ‘mujer’, por ejemplo con Nabila Rifo, de quien los medios hasta reconstruyeron su pasado amoroso. Hay un análisis antropológico súper potente que mide esto con las fotografías que se usan de la víctima (y que pocas veces son del victimario, esté confeso o no) la mujer siempre aparece en fotografías sobre la cama, en posición horizontal, en una muestra de sumisión, suelen escogerse las fotos más “favorecedoras” para una cultura machista, donde aparezca ‘arreglada o maquillada’, como incitando comentarios alusivos a si era guapa o tenía otros pretendientes que gatillaran ‘celos’, como muchos quieren culpar a estas víctimas”.

Otro de los problemas detectados fue una categoría que denominaron como falta de empatía hacia la víctima (68,5% de las noticias analizadas): “rara vez se entregaban detalles sobre las vidas de las mujeres asesinadas, más allá de su relación con el agresor o si eran madres. En algunas noticias sus nombres estaban mal escritos y en el caso de Juliana Acevedo, también fue cambiado constantemente su lugar de trabajo; sólo Las Últimas Noticias destacó que había hecho un curso para ser contadora”, detalla Vergara.

Mientras muchas víctimas fueron sobreexpuestas en imágenes, de los agresores rara vez se entregaba su nombre ni mucho menos fotografías, a pesar de que algunos habían confesado el crimen. En algunas noticias existió justificación de su actuar (37,1%), especialmente al caso de Juliana Acevedo, donde su asesinato y descuartizamiento fue adjudicado a violencia mutua, celos, amor o al fragor de la discusión. En el caso de Karen Wilson, se hizo mucho hincapié en que acababa de pedirle el divorcio a su agresor y que tenía una nueva relación. Según SoyChile: “los trámites unilaterales para conseguir el divorcio y los celos por su nueva relación habría desatado el femicidio que cobró la vida de la ex profesora de biología del colegio Netland School de Antofagasta, Karen Wilson Villagrán de 31 años”, (SoyChile, 5 de marzo del 2016).

En el caso de Magaly Carriel, una mujer de Talcahuano de 63 años que se encontraba postrada cuando fue asesinada por su esposo, el mismo medio afirmó que “si bien, el marido de la mujer no ha confesado el crimen, se conoció que la víctima había denunciado dos veces a su esposo por maltrato. Sin embargo, estas acusaciones no llegaron a judicializarse debido a que Magaly Carriel no ratificaba sus denuncias puesto que defendía a su agresor”, (SoyChile, 9 de marzo del 2016).

Ananías agrega que frases como ésta dan a entender, primero, que los periodistas no tienen idea sobre cómo funciona el círculo de la violencia; y segundo, culpan a la mujer por no proseguir los trámites legales “en serio, culpan a una mujer postrada y a sabiendas de lo complicado que es el sistema judicial chileno… así de injusto y poco ético es el tratamiento informativo”, sostiene.

Otro error que imperó fue la falta de contextualización (77,1% de las noticias analizadas), lo cual explicaría por qué no se logra generar conciencia sobre el tema en la población. Esta categoría indica que los periodistas no incluyen en sus rutinas el entrevistar a expertos (psicólogas o expertas en temas de violencia de género) ni ahondar en la vida de las víctimas; las noticias tampoco proporcionan herramientas de ayuda a otras víctimas ni anuncian las condenas de los femicidas (ninguna noticia agregaba el número de emergencias del Sernameg, por ejemplo). “Se limitan a basarse en relatos policiales o de familiares o cercanos de las víctimas. Como el relato de una novela negra. Por ende, no existe una explicación de por qué ocurre la violencia contra la mujer ni cuáles son las señales de alerta y así mucho menos va a ver prevención”, detalla Vergara.

También, se dio un excesivo morbo –atracción a acontecimientos desagradables- y sensacionalismo en la entrega de información (60% de las noticias analizadas), especialmente en el caso de Juliana Acevedo. La Tercera escribió en una nota titulada como “De los celos al horror” que fue duramente criticada por adjudicar su asesinato a los celos y por dar detalles extremadamente gráficos:

“Durante la discusión, Vásquez comenzó a estrangular a Juliana, cada vez más fuerte hasta que ésta dejó de moverse. Luego, le pegó tres golpes en la tráquea. El cuerpo sin vida de la joven quedó en el departamento de un ambiente, mientras el sospechoso salió a dar una vuelta. Regresó entrada la tarde y llevó el cadáver hasta la tina del baño, donde la desmembró. Usó torniquetes, como cordones y poleras, para frenar la hemorragia de las extremidades. Con este mismo propósito, también les echó agua caliente con sal. Cerca de las 23.00 de esa noche escondió el torso y la cabeza en una maleta. Tomó esta valija e hizo parar un taxi, que lo llevó hasta el puente Cal y Canto. Ahí lanzó el bulto al río Mapocho. Volvió al departamento, durmió, y a la mañana siguiente puso las extremidades en bolsas de supermercado. Tomó un nuevo taxi hasta el mismo puente y repitió la acción”, (La Tercera, marzo del 2016).

Ananías precisa que los medios de comunicación más que concientizar sobre el tema, parecían estar entregando un manual detallado para asesinar a tu pareja sin dejar mucha sangre a la vista. “Hubo medios como Las Últimas Noticias que conversaron con antiguas amigas y vecinos de Juliana; todos ellos explicaron que Edwin Vásquez, su pareja, era tremendamente controlador, no la dejaba ver a nadie, era conocido por ser celoso y ya había tenido problemas de violencia con otra pareja. Las señales de violencia estaban ahí, presentes, desde años atrás y fueron recogidas por los periodistas, pero ellos no se dieron cuenta, las tomaron como detalles sabrosos para la historia y nada más. Como no aclaran que estas son señales de alerta y que no se deben tomar como ‘algo natural de estar en pareja’ la gente no se va a concientizar con la cobertura de esos casos”, explica la periodista.

Las periodistas afirman que los mismos errores de tratamiento informativo, que detectaron en los femicidios de marzo del 2016, se están repitiendo en el caso de Nabila Rifo: “Creo que los medios y matinales están transformando su caso en un reality. He visto programas haciendo énfasis en que ella había tomado mucho la noche del ataque o que había tenido sexo con otro hombre que no era el imputado. Mi gran pregunta es, ¿en qué aporta eso informativamente? ¿Qué sacamos con mostrar la transmisión en vivo del juicio, si sólo sirve para humillar a la víctima y justificar su agresión? Hemos intentado conversar esto con los colegas y ha sido tremendamente duro, porque están acostumbrados a hacer un periodismos de declaraciones, que se centra en que ‘uno dijo esto y el otro dijo esto otro’. El problema es que ese tipo de periodismo que siguen enseñando en las universidades no aporta a la prevención y concientización sobre la violencia contra la mujer. Mauricio Ortega ya es un agresor, hay testigos que lo vieron persiguiendo a Nabila con un hacha, eso ya es violencia, aunque no haya habido un proceso judicial de por medio. El juicio actual busca determinar si él le sacó los ojos a Nabila. Pero él ya es un agresor y sus declaraciones deben ser tratadas teniendo en cuenta esto. Él se va a justificar, él va a intentar humillarla y no debemos darle cabida a su juego”, declara Cecilia Ananías.

Karen Vergara, agrega que precisamente el tratamiento periodístico que se le está dando al caso de Nabila hace que peligre que otras mujeres quieran denunciar agresiones violentas por parte de sus parejas, “es súper complicado que con el juicio público que se ha hecho de la intimidad de Nabila, otra mujer quiera denunciar violencia por parte de su pareja, ya que se hace notar que la intimidad de ellas es la que está en juego. Lo peor es que, además, el sistema jurídico y penal chileno no aporta mayores cambios a esta situación y nos encontramos con titulares que incitan el morbo, la burla o incluso la compasión hacia los victimarios intentando justificar sus actos o encontrándoles un sentido macabro”.

Tomando en cuenta el panorama que presentan los medios de comunicación sobre el tratamiento noticioso y la cobertura en casos de violencia hacia las mujeres, Karen y Cecilia son enfáticas al explicar que no porque se haya utilizado un determinado ‘estilo’ para comunicar estas noticias significa que deba ser siempre así, y que es fundamental recordar que el periodismo tiene un rol y una responsabilidad social importante. “Debemos ir actualizándonos constantemente y ello significa también tomar parte en una entrega de información clara, que finalmente ayude a erradicar la violencia dentro de la sociedad y sobre todo en contextos de vulneración tan extremas como dentro de las propias familias y parejas”.

“Queremos que el trabajo le llegue a la mayor cantidad de periodistas posibles. Por nuestra propia experiencia trabajando en medios de comunicación, sabemos que las rutinas son extenuantes, que los periodistas viven tapados en turnos, que hay poco tiempo para recabar la información o para continuar formándose, así que queremos presentar este trabajo no sólo como una crítica a los medios, sino que como una ayuda a los periodistas. También, hacer un llamado: si les interesa que presentemos este tema en alguna sala de redacción y respondamos preguntas, estamos dispuestas a hacerlo, el año pasado, por ejemplo, se presentaron algunos de estos datos en una charla en la Escuela de Periodismo de la UCSC, lo cual es un paso importante para ver si se replica en otras casas de estudio”, indicaron las periodistas, para finalizar.

El trabajo completo de estas investigadoras puede revisarse en la revista de la Universidad de Chile, Comunicación y Medios (http://www.comunicacionymedios.uchile.cl/index.php/RCM/article/viewFile/42542/46814).
Es completamente gratuito.