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Mi experiencia para decir “No + Nora” en San Bernardo


Por Priscila González Badilla, feminista, administradora pública y estudiante de magíster en estudios de género y cultura por la Universidad de Chile. Integrante de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.

Lo que vengo a relatar es algo que me costó verbalizar, principalmente por el nivel de matonaje que pude ver por parte de la máxima autoridad de la comuna donde, si bien no nací, he vivido por 20 años (tengo 25). Durante algún tiempo participé activamente del quehacer de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, pero mi relato sale desde algunos hechos y sentimientos desde mi propia individualidad. El día 6 de octubre de 2015, la Red estaba invitada a exponer a un seminario sobre violencia de género en la comuna de San Bernardo, organizado por el Centro de la Mujer de la comuna. Como parecía lógico, me tocó a mí la tarea de asistir y exponer las ideas y el trabajo de la organización. Asistí a una reunión preparatoria con quien nos extendió la invitación, conocí a parte del equipo y conversamos largo y tendido sobre cómo se vive la temática en la comuna; no podíamos perder el foco: mujeres mueren violentamente en nuestro territorio en manos de sus parejas. Y además tenía la oportunidad de hablar para la gente que trabaja en mi comuna: Carabineros, Policía de Investigaciones, Centro de la Mujer, Gobernación del Maipo, Cesfam, Fiscalía Sur, entre otros actores de la provincia de Maipo. Me pareció una excelente oportunidad para exponer el trabajo conscienzudo, minucioso, reflexivo y trascendente que la Red había estado haciendo por tanto tiempo.

Con mucho gusto y dedicación, preparé una ponencia que consideré breve para el tiempo que me dieron y para el trabajo que hacía la Red en alrededor de 25 años. La campaña “¡Cuidado! El machismo mata”, las publicaciones, las protestas y acciones públicas, las asambleas, y por supuesto, la mirada crítica con la respuesta institucional ante la violencia.

Llegó el día y subí esa mañana a un salón en el segundo piso del edificio consistorial, y me encontré con un número importante de Carabineros y funcionarios municipales. “Vas después de Carabineros”, me indicaron. Partió el seminario y aparece la Alcaldesa, se sienta adelante. La ponencia de la Fiscalía estuvo basada en cifras, luego la de Carabineros -que a mi parecer fue desde una mirada victimizante -y luego fue mi turno.

Partí nombrando a todas las mujeres asesinadas por sus parejas en la provincia de Maipo en los últimos años, y diciendo “Ni una mujer menos, ni una muerta más”. Era muy extraño decirle a todos los asistentes, que eran actores importantes a la hora de denunciar la violencia, que básicamente es nuestra cultura la que está basada en la violencia contra las mujeres. Me movía por el salón con algo de incomodidad, veía por el rabillo del ojo a la alcaldesa furiosa, moviendo la cabeza en señal de fuerte desaprobación e incluso diciendo “¿quién invitó a esta?” y cosas por el estilo. Sobre el contenido, no tuve ningún problema en evidenciar las distintas violencias que quedaban fuera del sistema judicial, en enumerar los principales errores de Carabineros al tomar las denuncias, ni en decir que la Ley de Femicidio es insufiente, que las medidas cautelares son efectivas en contadas ocasiones, que las cifras de Fiscalía no siempre coinciden con las de otros organismos, que hay mucho machismo en las instituciones que se expresa en el proceso de denuncia, que las casas de acogida y otros dispositivos violentan más a las mujeres, en fin, todo lo que había absorbido en el tiempo de activismo… el locutor me empieza a apurar, dice que se me terminó el tiempo.

Alcanzo a decir un par de cosas más, cierro con “Ni una mujer menos” y doy las gracias. Aplausos. Confusión: veo caras enojadas. Algunos desaprueban con ganas. Pero atrás se ponen de pie y aplauden más fuerte. Hay preguntas. “Yo creo que tú eres muy violenta, y te ofrezco mi ayuda, tú partiste violenta, me sentí violentada. Si vas a hablar contra la violencia no puedes partir así; yo soy psicóloga y te quiero ofrecer mi ayuda”, dice una señora. Otra mano se levanta, “quiero decir que la colega no me representa y te felicito por la intervención, tenemos mucho que mejorar”, dice un hombre joven. Otro par de opiniones, pero solo se evidencian opiniones polarizadas. Agradezco, casi como reflejo y salgo a un cóctel en el pasillo. “Hola, yo soy matrona, trabajo en el Cesfam “x”, yo veo el aura, y quiero decirte que estás roja, que tu aura está furiosa. Deberías poner más amor en lo que haces”. Se acercan otras personas, mujeres principalmente, y me piden más información sobre la Red, pero me quedo pensando en mi aura roja. Me doy vuelta y le digo a la matrona “¿y qué quiere, que cuente chistes sobre la violencia contra las mujeres? ¿que esté contenta con lo que estoy diciendo?”, y ahí sí que se me puso el aura roja, y la cara y las orejas. “¿Me está hablando a mí?”, todavía no lo podía creer. Me pongo nerviosa. Conocía a alguien que estaba en el público desde hace años y conversamos, le pregunté qué tal estuve… “bien, a ratos parecía stand up, pero bien”. “¿Crees que la Nora se enojó mucho?”, pregunto, “está furiosa”, me dice. Pasa el rato y veo a la persona que nos invitó, “Lo siento”, le digo al verla un poco afectada. “Esto es así, sabíamos que iba a ser así, no te preocupes, estas cosas son así”… se pone a llorar mientras habla. Me cuenta que la alcaldesa le dijo que ya no seguía en la Municipalidad y que después del seminario iban a tener reunión. “Tengo que contener a mi equipo”, me dice otra vez que no me preocupe y vuelve a entrar al salón; el seminario seguía y yo me tenía que ir al trabajo. No lo podía creer.

Veo a la Nora pasar, efectivamente furiosa, refunfuñando que esto no podía ser, hablando al aire o con quien pasara, preguntando quién organizó, que estaban las autoridades policiales, que no podía decirle esas cosas al Fiscal… “¿Y yo qué hice?” pensaba. Expuse la mirada de la organización, en mi estilo, invitada en mi comuna. Simplemente no daba crédito a lo que estaba pasando. Me costó mucho hablar de esto. Alguien fue amedrentado por haber invitado a la Red, por mi presentación; eso me hacía sentir culpa. Al tiempo supe que no había perdido su trabajo, pero el amedrentamiento es simplemente inaceptable. Con el tiempo supe que el trabajo que pueda hacer la actual alcaldesa en torno al combate sociocultural para erradicar la violencia contra las mujeres, era mínimo. Con una actitud que no quiere críticas, que pretende ser condescendiente, que no quiere ver las fallas que terminan con las muertes de las mujeres, que es violenta con sus propios funcionarios, no puede salir nada bueno. Con una persona así nuestras vidas simplemente no están todo lo protegidas que podrían estar. Ya van dos períodos en la alcaldía de Nora Cuevas, y no voy a decir por quién votar, ni siquiera si votar o no, pero siento el deber de contar lo que pasó ahora que está en plena campaña para un tercer período. No basta con ser mujer. Hay que tener conciencia.

No + Nora Cuevas.