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Por Antonia del Solar y Amanda Aravena, integrantes de la Coordinación Nacional de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.

El proyecto de ley presentado esta semana que obliga a compartir el cuidado de hijas/os/es por orden de un juez, sin acuerdo de las partes podría ser un riesgo para mujeres, niñas, niños y niñes.

Si bien es fundamental colectivizar la crianza y dejar de poner exclusivamente sobre las mujeres la responsabilidad del trabajo doméstico y de cuidados, un proyecto como este podría ser contraproducente en ciertas situaciones.

Bien sabemos que muchas mujeres experimentan violencia dentro de sus relaciones de pareja. Obligar a las mujeres a seguir en contacto permanente con los agresores sin acuerdo mediante, además de violento, es peligroso.

En torno al proyecto de ley, escasamente se han mencionado las consideraciones que habrían en caso donde hubiese violencia. En proyectos como estos esas consideraciones son centrales y deben ser minuciosamente detalladas.

Por otra parte, ¿qué pasa con las cientos de mujeres que por diversos motivos, pese a vivir violencia, no han denunciado?  

Pensar que solo hay violencia cuando existen denuncias es no conocer cómo funciona el sistema judicial y las policías cuando se trata de violencia machista. Según un estudio exploratorio realizado por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres en 2020, el 80% de las mujeres que denunciaron violencia en Carabineros declaró que su experiencia fue mala o muy mala.

A esto se suma que, del total de causas por maltrato habitual terminadas entre 2015 y 2021, solo el 5,5% tuvo sentencia, según datos de la Dirección de Estudios de la Corte Suprema. Del resto, el 85,5% terminó por decisión de no iniciar investigación, por sobreseimiento definitivo y por no perseverar en el procedimiento.

Desde la perspectiva de la niñez, este proyecto también puede ir en contra de su desarrollo integral. Obligar a gente que no tiene intenciones de cuidar a hacerse cargo puede atentar contra el bien superior de niñas/os/es.

Como venimos apuntando hace años: ¡los agresores de mujeres no son buenos padres!

Frecuentemente las hijas/os/es se transforman en un instrumento para seguir violentando a mujeres, manifestación de violencia conocida como violencia vicaria. Esta también puede culminar en un castigo femicida, que es cuando un agresor asesina a algún ser querido de la mujer para dañarla psíquicamente, en muchas ocasiones sus hijas/os/es.

Es importante avanzar hacia una sociedad que se haga cargo en su conjunto del trabajo doméstico y de cuidado, sin embargo, debemos hacerlo con medidas que contemplen la complejidad del asunto y que consideren en su diseño la experiencia de las mujeres.