Pati Peña

Luego del Encuentro por un intenet Transfeminista, que a principios de junio convocó a activistas ciberfeministas de América Latina y que culminó con un encuentro abierto a mujeres y personas no binarias en la Biblioteca de Santiago, invitamos a Patricia Peña, investigadora en tecnologías, para conversar cómo imaginamos desde los feminismos un internet transformador.

Para introducir al tema, contamos con el aporte de Karen Vergara, periodista, investigadora y directora de comunicaciones de ONG Amaranta, quién destacó la importancia de la interseccionalidad, destacando que en América Latina es clave: “Esas diferencias nos hacen únicas y nos entregan las herramientas para poder abordar la tecnología, tendiendo redes análogas y digitales entre nosotras y con el resto de la comunidad. Es la fortaleza más grande del grupo que se reunió para conversar”, destacó.

“Como latinoamericanas hemos aprendido desde el dolor a construir nuevas redes y proponer otros espacios. Desde esa forma, podemos construir un internet transfeminista desde otro lugar, que no es el lugar de donde nace”, explica la Anaís Córdova,  abogada y parte de Comunicación Mujer, organización que lleva 30 años trabajando contra la violencia hacia las mujeres en Ecuador, refiriéndose las directrices que han sostenido a internet desde su creación en Estados Unidos.

Internet es un espacio que se habita y la gran mayoría lo hace como usuaria. Bien lo sabe Patricia Peña, académica del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, parte de las fundaciones Datos Protegidos y Girls In Tech, que lleva años dedicada a investigar tecnologías con perspectiva de género.

Para ella, un punto de inflexión -a nivel de discusión en el debate público -ocurrió con el destape del caso “Nido”, foro en línea donde se agredía a mujeres, demostrando que internet es un espacio que habitamos, que también puede ser atravesado por el continuo de violencia machista que se instala en la vida de las mujeres.

En ese punto, hace hincapié en la propiedad de empresas como Google, Facebook o Twitter, espacios claves para el internet de uso masivo, contando que no solo fueron concebidos por hombres blancos heterosexuales, sino que también son ellos quienes norman su uso, incluyendo las políticas en casos de difusión de imágenes íntimas de forma no consentida. Estas plataformas de uso masivo han demostrado no ser capaces de enfrentarlo como un problema de violencia de género, mientras que por otro lado, siguen censurando con una rapidez impresionante pezones o cualquier cuerpo de mujer que les parezca que infringe sus normas.

El encuentro en el que Patricia participó, apuntaba a mostrar que las mujeres podemos crear y elegir el rumbo que le damos a las tecnologías. Su invitación es a ponerle cara a quiénes desarrollan las aplicaciones que usamos, para así poder problematizar lo que viene con ellas, buscando alternativas y ocupando otros territorios digitales.

Principios del internet que soñamos

En la conversación con Patricia Peña surge la interrogante sobre el nombre ¿por qué transfeminista?  “Para nosotras tiene que ver, por supuesto, con un reconocimiento a la comunidad trans, pero también tiene que ver con transgredir, moverse desde lo transdisciplinario, transformador”, aclara, explicando que el prefijo ‘trans’ les daba muchas posibilidades de jugar y reflexionar.

¿Cómo resistimos a este internet? “buscando los espacios de resistencias-explica Peña – Hay mujeres que están desarrollando capas de internet, con servidores creados por ella y con nuevas formas de moverse por el ciber espacio”.

Patricia Peña toca otro punto importante: el uso de los datos de usuarias y usuarios que hacen las plataformas. Algunos se entregan voluntariamente, al llenar campos con información. Pero también están los metadatos, que las aplicaciones sacan por defecto con los términos y condiciones de uso, permitiendo que los desarrolladores de espacios como Facebook o Instagram (de los mismos dueños) los vendan como información para desarrollar, por ejemplo, una publicidad casi personalizada según gustos y perfiles, que se pueden construir con la información disponible en internet. “No nos damos cuenta de que hay un proceso de consentimiento que no estamos teniendo claro, que se construye con nuestra huella digital”, explica la investigadora, apuntando al modelo de negocios que sostiene internet y que hoy las feministas proponen transformar.

“Las tecnologías no son neutras”, señala, mostrando que internet puede ser un arma de doble filo, al ser útil para la organización social o democratizando el acceso a la información, mientras que a la vez, puede ser utilizado para la vigilancia.

La invitación es a seguir ahondando en las capas que proponen las activistas que trabajan por una internet transformadora. Para eso, nos recomendó, entre otros, conocer las siguientes plataformas:

Tor Project: un navegador “por capa”, que ha sido clave en procesos de organización social como la llamada “pimavera árabe”. Su instalación y uso permite moverse por internet sin que quede huella. Descubre más acá.

Mozilla Firefox: es una alternativa conocida a nivel de navedadores. Utiliza menos datos y (muy importante) no está conectado a google. Puedes conocer más y descargarlo acá.

DuckDuckGo: Se puede usar internet sin google. Este buscador cumple con criterios de seguridad digital y permite navegar por internet sin que usen toda nuestra información para entregársela a enormes empresas. Lo encuentras acá.

Ciberseguras: Una página indispensable si quieres conocer más de seguridad digital. Es un repositorio de herramientas, sitios e iniciativas que han construido las activistas mujeres y no binarias para construir un internet transfeminista. Más información acá.